martes, 8 de mayo de 2012

El comercio de la seda:
En la Antigüedad, la seda llega a Europa a través de la "Ruta de la Seda", que atraviesa Asia desde la China Interior dividiéndose después en dos rutas alternativas: la del Norte, que se dirige hacia Ferghana, en el actual territorio de Rusia; y la del Sur, hasta Bactria, en Afganistán. En el Imperio Romano, la seda es muy apreciada, llegando a existir decretos de limitar el uso por las damas. Mientras, en China se va perfeccionando el proceso de fabricación para mejorar la calidad de los tejidos. Algunos tejedores chinos son requeridos para enseñar su arte en otras tierras. Yue Huan y Luli pasan una temporada en Bagdad (752-762). A Bizancio, el Bombyx mori llega en tiempo de Justiniano, llevado por monjes sirios, que ocultan los gusanos en cañas de bambú. A través de los árabes, la sericultura llega a la Península Ibérica en el siglo X, pasando a Sicilia e Italia, donde Luca se convierte en el mayor centro de producción de seda. En los siglos XV y XVI, las sedas de China están integradas en el sistema de trueques que se desarrolla en torno a Malaca, puesto estratégico de unión entre Extremo Oriente, Insulindia, India y el Próximo Oriente. A la par que las porcelanas, las sedas forman parte de la carga de los juncos en tránsito por Malaca: piezas de satén, de damasco de flores (muy apreciado en Pegu), de brocado y de brocadillo. Cuando comienzan a frecuentar la costa de China y llegan a Japón, los portugueses se introducen en el comercio de la seda. Este es uno de los artículos más apreciados en Japón, siendo posible obtener con su venta la preciada plata japonesa, esencial para la adquisición de especias un poco por todo el Oriente. La seda es un eslabón más en la compleja red de intercambios que los portugueses tejen por todo el litoral asiático. Desde mediados del siglo XVI se vuelve habitual que las naos de la India traigan piezas de vestuario o seda en bruto vendidas a buen precio en Lisboa.   http://www.mgar.net/var/especias.htm

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