En el primer
capítulo de Jerry Brotton Un renacimiento global nos menciona sobre la
comercialización e influencia de las culturas que hay en el cuadro de
los Bellini, así mismo en 1493 el cronista veneciano Mario Saduno estaba
consciente de los acontecimientos de intercambios que se daban de las
mercancías de los bazares orientales además de las transportaciones que
se hacían en al los mercados del norte de Europa.
Así mismo Pedro el canónigo Pietro Casola en la misma época de los Bellini pinto una obra “San Marcos” lo cual representaba el flujo de mercancías prominentes de Europa procedentes de Oriente hacía Venencia lo cual menciona lo siguiente:
Algo puede decirse de la calidad de las mercancías en la mencionada ciudad, aunque no toda la verdad, porque es inabarcable.
De hecho, parece como si todo el mundo acudiera allí, y que los humanos hubieran concentrado en ella sus ansias de comerciar, quien podría contar las numerosas tiendas tan bien provistas que casi parecen almacenes, con vestidos de toda factura, bordados brocados y tapices de varios diseños, alfombras de todo tipo, colchas de distintos colores y texturas, sedas de todas clases; y tanto almacenes llenos de especias, comestibles y fármacos, y abundantes y hermosas ceras, todas dejan estupefacto a quien las contempla.
El comercio de estos bienes entre Oriente y Occidente se había desarrollado durante siglos en todo el Mediterráneo, aunque su volumen aumento tras el fin de las cruzadas, una vez restablecido el tráfico normal de mercancías entre las comunidades árabe y cristiana.
Así mismo Pedro el canónigo Pietro Casola en la misma época de los Bellini pinto una obra “San Marcos” lo cual representaba el flujo de mercancías prominentes de Europa procedentes de Oriente hacía Venencia lo cual menciona lo siguiente:
Algo puede decirse de la calidad de las mercancías en la mencionada ciudad, aunque no toda la verdad, porque es inabarcable.
De hecho, parece como si todo el mundo acudiera allí, y que los humanos hubieran concentrado en ella sus ansias de comerciar, quien podría contar las numerosas tiendas tan bien provistas que casi parecen almacenes, con vestidos de toda factura, bordados brocados y tapices de varios diseños, alfombras de todo tipo, colchas de distintos colores y texturas, sedas de todas clases; y tanto almacenes llenos de especias, comestibles y fármacos, y abundantes y hermosas ceras, todas dejan estupefacto a quien las contempla.
El comercio de estos bienes entre Oriente y Occidente se había desarrollado durante siglos en todo el Mediterráneo, aunque su volumen aumento tras el fin de las cruzadas, una vez restablecido el tráfico normal de mercancías entre las comunidades árabe y cristiana.
Europa
exportaba productos textiles, especialmente prendas de lana,
cristalería, jabon, papel, cobre, sal, frutos secos y, sobre todo, plata
y oro. Las mercancías importadas de Oriente comprendían desde especias
como la pimienta negra, nuez moscada, clavo, canela, algodón, seda,
satén , terciopelo y alfombras, hasta opio, tulipanes, madera de
sándalo, porcelana, caballos, ruibarbo y piedras preciosas,
así como tintes y pigmentos que se empleaban en las manufacturas textiles y en las pinturas.
Básicamente
Europa exportaba materias primas como madera, lana y metales
semipreciosos, solía importar bienes suntuarios de alto valor.
Incluso
estas comercializaciones produjo nuevo intercambio de recetas, los
intercambios con los bazares orientales transformaban miradas, olfatos y
gustos y la habilidad del cocinero o artista para llevar a cabo sus
recetas.
·
(Brotton, Jerry , El Bazar del Renacimiento. Sobre influencia de oriente
en la cultura occidental, Barcelona, 2003. págs. 49-50)
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